Como un espejismo aparece.

Como un espejismo ella aparece. Cabello rosado y anteojos de sol, enormes, blancos. Nos hace promesas con las medias de rombos y los senos libres.

Esta serie de nueve imágenes que exhalan sensualidad es una contrapropuesta a la estética convencional. Una piel clara, joven y tersa, pero que no esconde sus marcas, sus poros, sus líneas; sudores y brillos. Es decir, que no renuncia a su naturaleza, contenida en un cuerpo generoso, alejado de la privación y de la frialdad.

Lo real y lo vivo se muestra en el color ofreciendo una gama lúdica, impúdica, exenta de moralidades. Un toque que puede ir desde lo perverso revelado en unos intensos y exagerados ojos negros con su cornisa espesa de pestañas, hasta la ingenuidad de una carcajada franca de dientes pequeños, infantiles, que escapan de unos labios carnosos. El barniz oscuro y desgastado tiene su propio lenguaje en esas manos de dedos largos, y nos habla metafóricamente de que el tiempo hace siempre su trabajo. La dimensión onírica también está presente sobre una mullida alfombra verde, que de tan verde parece un sueño.

Imágenes frescas, naturales y coloridas captadas dentro del estudio, nos hablan, pues, en su propio lenguaje, del mundo de los vivos en su mundo de los sueños enmarcados con irreverencia por la fuerza del ojo detrás de la cámara.

Lola Santos Simón-Halife



1/9 - Como un espejismo ella aparece.


2/9 - Como un espejismo ella aparece.


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4/9 - Como un espejismo ella aparece.


5/9 - Como un espejismo ella aparece.


6/9 - Como un espejismo ella aparece.


7/9 - Como un espejismo ella aparece.


8/9 - Como un espejismo ella aparece.